En la monaquía inglesa
se hizo popular aquella frase que decía: ““The King is Dead, Long Live the
King”. En Francia, pero también en España, existe su traducción: “El Rey ha
muerto, viva el Rey”. La frase tenía sentido por varios motivos:
-
Refuerzo del poder establecido: Teleológicamente indicaba la conexión sucesoria y divina entre el rey que
moría y el nuevo que le sucedía. Reforzaba, en definitiva, el poder de la monarquía.
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Daba seguridad al pueblo: establecía una jerarquía que evitaba guerras sucesorias. Tras un rey
muerto siempre hay un futuro. Era una frase optimista.
En el Real Madrid,
lamentablemente, no la podemos emplear. Pero tenemos otra pesimista: “El entrenador
está vivo, ¡muera el entrenador!”. Si la anterior expresión tenía los dos
significados expresados, la expresión madridista viene a decirnos lo siguiente:
-
Debilidad del poder establecido: teleológicamente indica la debilidad sucesoria del poder interno del
club, y por el contrario, la fuerza del poder externo del club: la prensa. Una
vez puesto un entrenador, ya tienen un objetivo que abatir: el nuevo.
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Da inseguridad al pueblo: establece una jerarquía que
pone a la prensa por encima del club. Tras un entrenador muerto, el nuevo
tampoco tiene futuro. Es el pesimismo encarnado.
La Revolución Francesa
acabó con el sentido literal de aquella frase del Rey. Pues yo, madridistas, os
digo que acabemos ya con la nuestra sobre el entrenador. Hemos escogido a uno
nuevo, a algunos nos gustará más, a otros menos. Os pido un periodo de
confianza, un año de darle la confianza necesaria para evaluar cómo trabaja con
el vestuario, un año para no dejarnos contaminar por una prensa que desea
controlarnos y que hasta ahora lo ha conseguido.
La Causa continúa.
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