El día 17 de mayo se
juega la final de la Copa del Rey. Si el Real gana será, junto a la Supercopa
de España, el trofeo ganado esta temporada. A todas luces, un mal año.
No nos engañemos. Porque ganar una Copa del Rey es trofeo menor en el Real
Madrid.
Y es peor año si
consideramos que el Barcelona este año entraba en declive y le hemos regalado
la Liga, que por segundo año consecutivo debería haber sido nuestra.
Ahora bien, perder la
Copa haría de este año un año desastroso. El peor desde la era Mourinho, y
tan malo como el de Pellegrini. Y no hay motivos para estar contento, porque el
nivel de relajación que se percibe en esta cainita plantilla no tiene
precedente. La cómoda victoria en Liga ante el Atlético nos ha sumido en un
estado de peligroso ensimismamiento. Y la conflagración dialéctica en
público nos ha hecho olvidar esta final. El Atlético es un rival muy correoso
sobre todo en las finales, muy competitivo. Y en una final puede pasar
cualquier cosa. Más vale estar avisados.
Y digo esto para
apaciguar los ánimos de tantos radicales que con buena fe, enarbolando el
mourinhismo o el casillismo o lo que les salga de las partes nobles, deciden
vendarse los ojos. Ganemos la Copa. Analicemos después, pero siendo
conscientes de que este año no ha sido bueno.
La Causa continúa.
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