¿Nos hemos detenido a
pensar alguna vez en los retos que tiene el Real Madrid de cara a futuro? Es un
ejercicio muy útil que ayuda a orientar la toma de decisiones.
Aquí está mi intentona:
1)
Una desconexión de los madridistas con su historia. La historia es una guía cultural de vivir la vida, que nos ilumina en los
aciertos pasados pero sobre todo en los errores cometidos. Y cuando hablo de
“madridistas” me refiero a todos: aficionados, socios, Junta Directiva,
jugadores, entrenador y cuerpo técnico.
2)
Nutriendo el elemento previo, una ausencia de proyecto deportivo sólido apoyado desde las altas
instancias del Club.
a.
Todos los males que estamos ahora viviendo parten de
este:
i. El resultadismo como guía principal. Fue lo que despidió a Pellegrini. Unos
aficionados que ponen los resultados por encima del modelo impiden
inconscientemente la serenidad necesaria para hacer equipos.
ii. Un entrenador que no puede imponerse a los jugadores. La debilidad del
proyecto es la fortaleza del individuo (del futbolista).
iii. Una prensa que quiere información fresca y de calidad y que arremete contra
cualquiera que lo impide (en este caso el entrenador). De nuevo, a proyecto
flaco todo son pulgas periodísticas.
iv. Una incoherencia entre entrenador, su modelo de juego y la propia
composición de la plantilla. Crear un equipo no es alinear a 11 personas, por
muy maravillosos que sean. Este fue el desliz de don Florentino en su primera
etapa.
b.
El enésimo proyecto de don Florentino con Mourinho sí
tenía estos visos, pero fracasó desde la Junta Directiva por los siguientes
motivos:
i. Enseñar a Mourinho lo que es el Real Madrid y el madridismo. El entrenador
se saltó inexistentes guías de estilo y comportamiento. Habría que haberle
enseñado a este excelente entrenador a maniobrar con inteligencia dentro de una
casa donde la conspiración y la política son la regla. El resultado es que
Mourinho quebrantó las reglas de convivencia y estilo necesarias y nadie le
corrigió a tiempo cuando se podía. Desbocado el caballo, a ver quién es el
guapo que le pone las riendas.
ii. Generar una incoherencia al inicio con la convivencia imposible de
entrenador y director general incompatibles.
iii. Falta de apoyo institucional al entrenador.
iv. Todos estos motivos se resumen en uno: falta de cultura de club
(punto inicial). Un entrenador externo puede funcionar, pero es fundamental que
esté abierto a esa osmosis cultural y que se le dé a entender que con sus
mimbres de entrada no tiene suficiente para ganar.
3)
Un grave
déficit democrático y de transparencia que convierte al Club en una
dictadura de facto, gobernada por una oligocracia que no consiente que alguien
“meta mano en el Club”, pero tampoco que “aporten al Club”.
4)
Un déficit de animación en el estadio Santiago Bernabéu, recinto más parecido a un museo que a un lugar de jugar al fútbol.
Si ustedes comparten este
análisis, prueben a analizar los futuros entrenadores (y candidatos a
presidentes) bajo esta lupa…
La Causa continúa.
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