La decisión de don
Florentino de conceder el poder deportivo absoluto a José Mourinho ha sido un
brusco cambio de estrategia y un gran acierto. Por primera vez en años (desde Del Bosque) disponemos de un entrenador que supera los dos años de vida al frente del Real. La estabilidad de un entrenador correlaciona directamente con los éxitos deportivos. Demostrado. Por primera vez hay una lógica deportiva detrás de los fichajes y los descartes. Ahora podemos discutir si nos gustan o no, pero la lógica la determina el entrenador.
Gran parte del madridismo,
además, se ha puesto del lado del entrenador, y aunque ha tenido, sobre todo
inicialmente, actitudes y comentarios que se salían del estilo del Real Madrid,
lo cierto es que poco a poco va acoplándose. Se mantiene, no obstante, la necesidad
de disponer en el Real Madrid de un representante institucional, alguien que se
enfoque en el mensaje de club, institucional, y que sea de la línea dura de
Mourinho. Es preciso relevarle de su labor de representación del club en los
aspectos no deportivos. Entiéndase el verbo "relevar" no como crítica, sino como un elemento de descarga a un entrenador que lleva también esa responsabilidad sobre los hombros, responsabilidad que NO le corresponde.
Lo más preocupante, sin
embargo, es la polarización de los aficionados: a favor y en contra del
entrenador. Mourinho un día dejará el club. No sabemos cuándo. Pero un
día no estará. ¿Qué ocurrirá ese día? ¿Cómo recompondremos ese
antagonismo que se ha ido creando entre los aficionados, posicionándose a favor
y en contra del entrenador? Llega hasta tal punto que se denosta a algunos
jugadores con el mero rumor de que se han enfrentado al entrenador. En los
últimos días, ha habido revuelo con Ramos y Casillas por meros rumores.
Debemos centrar el tiro
y mantener la calma. El sentido común se impone: el entrenador es el máximo
estandarte deportivo del club. Sobre él gira toda la estrategia deportiva.
Sin él hay que inaugurar una nueva. Pero no porque sea Mourinho, sino porque
es el entrenador.
El día que ya no esté,
caemos en el grave riesgo de estar comparando al nuevo con el antiguo, de
criticar al antiguo ahora que ya no está, de criticar al nuevo porque ya no es
como el anterior. El sentido común vuelve a indicar el camino: el nuevo
entrenador deberá contar con el mismo apoyo que ha tenido Mourinho, tanto
dentro del Club como entre los aficionados. Si no, entraremos en una etapa de
crisis muy dolorosa y los rivales se llevarán todo el pastel.
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