Creo que el
madridismo debería ser objeto de un caso detallado de psicología del
comportamiento. Todos criticamos a Florentino, pero a la hora de la verdad,
todos le apoyamos.
Cuando se
comienza un debate sobre los problemas estructurales del Real Madrid,
todos coinciden en diagnosticar, como mínimo, estas causas comunes: la debilidad del
entrenador, la fortaleza de algunos jugadores, la presión mediática de
distintos medios, la falta de serenidad y la pésima planificación. Hay otras causas que no gozan del consenso general.
En ese análisis
retrocedemos a Mendoza y llegamos hasta Florentino. Y cuando analizamos en
detalle cada una de esas causas comunes, observamos sin apenas debate que
muchas de ellas tienen origen en su gobierno, esto es, en su Junta Directiva:
un entrenador es débil porque la Junta Directiva no le apoya contra viento y
marea, un puñado de jugadores es fuerte porque la Junta Directiva les
consiente, la presión mediática de los medios se ceba sobre todos los
estamentos del Club, la serenidad falta porque la Junta Directiva no puede
apoyar un proyecto sin que unos y otros estén saboteándolo continuamente, y
eso, finalmente, contribuye a una falta de planificación deportiva. La Junta
Directiva, pues, es responsable, y su cabeza indiscutible es el presidente,
Florentino Pérez.
Esto nos lleva a
analizar su figura, sus logros y sus fracasos. A la hora de analizar sus
aciertos, sus defensores más entusiastas manejan un único (aunque muy poderoso)
argumento: Florentino nos sacó de la ruina. Es un argumento irrebatible. Su
gestión económica es excelente (incluso a pesar del inútil debate actual sobre
la deuda). Pero no hay nada más. Es un desierto de aciertos y una selva de
errores.
Y a continuación,
sucede algo sorprendente: tras esta conclusión, se proclama por la mayoría: “yo
le volvería a votar”. ¿Cómo se explica esta disonancia cognitiva?
Creo que se debe
a la existencia de alternativas ridiculizadas, de una oposición títere, de
una desesperación brutal. La figura todopoderosa de Florentino consume
al madridismo dejándolo huérfano de opciones. Las alternativas más solventes se
ocultan, temerosas del desgaste que les ocasionaría Florentino y de una derrota
inevitable en ese fortín florentinista que es la Asamblea de Representantes.
¿Tendremos que llegar a un apocalipsis para que haya una regeneración? Hago un
llamamiento a la esperanza, a la búsqueda de nuevas soluciones, de nuevos modelos
que reemplacen al actual. Me pregunto si es posible una nueva figura que
mantenga el tipo (económico, institucional) ante Florentino y que tenga el
coraje de decir "basta ya".
La Causa
continúa.
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