Hay cosas que no
tolero. Una es que pretendan que acepte pulpo como animal de compañía, y otra
cosa que no tolero es el abuso del débil.
No acepto pulpo
como animal de compañía que empieza por la letra pe. La Asamblea no es una asamblea,
ya lo he dicho mil veces. Es una selección edulcorada de florentinistas. Por
eso a nadie le debe extrañar la aprobación abrumadora de las cuentas, entre
otras cosas y sobre todo, porque lo merece. Pero de ahí a proclamar que eso que
se reúne cada año es la “voz del madridismo”, hay mucho trecho.
Como ya alerté
hace 3 años, las elecciones a compromisarios fueron atadas y bien atadas por la
actual Junta Directiva cuando crearon unos listados informales que iban
“circulando por ahí”. En el meollo se metió la Asociación de Valores del
Madridismo, que ahora está probando la medicina de Pérez. Fue legal, pero no legítimo. Tengo curiosidad
de ver qué ocurre dentro de un año y medio, cuando vuelvan las elecciones a
compromisarios. ¿Caerán los de Valores del Madridismo como lo hicieron los
calderonistas, los de Plataforma Blanca y los de Melchor Miralles?
Otra cosa que no
tolero es el abuso del débil. A Carlos Mendoza se le podrá tachar de
oportunista, pero al menos tiene la personalidad suficiente para quejarse de lo
que no le gusta y no bailarle el agua al poderoso. La respuesta que le dio don
Florentino es para quitarle el “don” al Presidente, pues un caballero nunca falta al respeto,
y si lo hace se excusa. Puede que Carlos Mendoza ande errado en su vaticinio
sobre las cuentas, pero creo que acierta plenamente cuando habla de la falta
de democracia del Club. Aquí tienen la noticia:
Y me calienta
sobremanera la proclamación de que, “si no piensas como yo, no eres madridista” (don Florentino) y el corolario radical neonazi de "tenemos que estar unidos" (o sea, no permitir el pensamiento divergente). Es la confirmación de la actual dictadura que se ha
instalado en el Club y que combinada con la falta de cojones del personal
pudiente (esos madridistas ricos que no se enfrentan a don Florentino), nos
deja a expensas de una megalomanía que por cada acierto que tiene lo acompaña
de diez errores.
La Causa
continúa.
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