Leemos en la prensa
numerosas noticias de jugadores del Real Madrid, algunos con reiteración, que
son sancionados por la Dirección General de Tráfico. Marcelo fue parado cuando
conducía sin puntos en el carné, Benzema fue multado por conducir a 216 km/h,
Essien a 150 km/h y otro jugador montando un Porsche (quizás Callejón o Cristiano, no sabemos cuál) se salvó porque, yendo a
260 km/h, la matrícula salió borrosa. Otros jugadores como Drenthe han tenido
accidentes. Y todo parece coincidir, en un ejercicio de causalidad, con el
acuerdo que el Real Madrid tiene con Audi y por el cual los jugadores
madridistas reciben un coche de la firma. Para agravar más las cosas, la
propiedad de los vehículos es del Real Madrid.
En definitiva, si en el
anterior post alabábamos los ciento once años de historia representados por una
forma de vivir y comportarse en la vida, no es de extrañar que este bloguero públicamente
solicite al Club que tome cartas en el asunto.
Los jugadores, a
diferencia de los seguidores, son figuras públicas. Deben dar ejemplo siempre,
pero por partida doble, ya que son imitados por millones de niños. Las
conductas inadecuadas fuera del terreno de juego también deben ser reprobadas.
Hay muchas acciones que
se pueden llevar a cabo: sanciones millonarias a los jugadores empleadas para
proyectos de la Fundación Real Madrid o de asociaciones sin ánimo de lucro
(sobre todo dirigidas a la Seguridad Vial, como el Hospital de Toledo, por
ejemplo), obligar a los jugadores incumplidores a ser imagen gratuita de dichas
instituciones, dejar de entregarles vehículos de Audi o hacerlos con condiciones,
la petición de perdón pública y el propósito de enmienda… Pero por el amor de
Dios, que haya algo.
En el Real Madrid
debemos recuperar un cierto paternalismo hacia estos jugadores. Cierto que
ahora el mercado es más mercenario que nunca, y los representantes cubren el
espacio paternalista que cubrían los clubes, pero es posible encontrar un punto
intermedio.
La Causa continúa.
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