"Todavía estamos a tiempo de hacer una gran temporada"
La crisis se ha
instalado definitivamente en el Real Madrid. Como suele ser habitual, los
resultados son los que ponen en la picota al equipo pero sobre todo al
entrenador. Ahora queda una salida: vencer como equipo o fracasar como individuos.
Es el todo o nada en la Copa de Europa. Si es todo, comenzamos a especular: se
va Mourinho, no se va… Pero si es nada (o la Copa del Rey, es decir, nada), se
pedirá la cabeza de Mourinho. El Bernabéu, los sacrosantos socios, y la prensa,
lo exigirá. El madridismo de infantería, el que juega en Twitter, defenderá a
este entrenador a capa y espada. En todo caso, don Florentino estará protegido:
de la victoria se beneficiará (nos beneficiaremos todos); en la derrota, si le
conviene, podrá echarle las culpas a Mourinho. Es su escudo pero también es su
apuesta. Nadie le echará en cara haberle dado el poder a un “neandertal”, como
algunos llaman a Mourinho en la Casa Blanca. Es tal la dimensión de Mourinho
que despedirlo será vendido como un éxito de gestión. Generas el problema y
luego te postulas como salvador. Estrategia manida pero efectiva.
Nuestro Real Madrid
adolece de problemas en el corto plazo y en el largo plazo.
En el corto plazo
tenemos la necesidad urgente de ganar. Con el equipo tan descolgado en la tabla
de la Liga la presión es única para lograr un trofeo salvador, y el único
posible es la Copa de Europa. Ahora toca más que nunca apoyar al equipo,
buscar la unidad con ahínco y tratar de salvar el año. Todavía estamos a
tiempo de hacer un gran año. Terminado el año podremos analizar las causas,
independientemente de los resultados, que han llevado a que en enero el Real
esté fuera de la Liga. Las causas estarán en el principal responsable, el
entrenador, y en menor medida en el resto de miembros.
En el largo plazo,
nuestro reto es, como siempre, la serenidad. No se puede construir un equipo
sobre la base de la permanente decapitación de un técnico. Si apostamos por un
técnico como director general, hay que darle un tiempo: el presidente tiene 4
años, el técnico también debería tenerlos. Y al terminar su mandato-contrato,
vemos y analizamos. No podemos hacer valoraciones en medio del año. Y desde
luego, no por haber tenido un mal año hay que precipitarse y despedir al
entrenador. Tampoco se despide a un entrenador porque el público no lo apoye
puntualmente. Nos falta serenidad.
Por todo ello, el corto
y el largo plazo exigen apoyo total primero al entrenador y luego a la
plantilla. Y terminado el año, se debe mantener al entrenador si el Presidente
continúa, salvo que haya causas que justifiquen una revisión del proyecto del
entrenador. Cuando el proyecto de cuatro años del entrenador termine, valoramos
todo.
La Causa continúa.
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