jueves, 1 de noviembre de 2012

“Los mejores” o “el mejor equipo”

Se ha instalado en nuestra afición un silogismo erróneo que tenemos que desterrar. Se trata de una lógica inteligente, muy efectista, pero que nos hemos propuesto desmontar. El silogismo triunfante es que “en el Real Madrid deben estar los mejores jugadores, sean internacionales o de la cantera”. Esta idea, originalmente elaborada por Florentino Pérez en su primera etapa, la que le llevó a contratar a Figo, Zidane, Ronaldo y finalmente Beckham, fue también la que le llevó a despedir o no renovar a Makelele, Redondo, Hierro, etc. La frase la complementó con otra que afortunadamente ha sido desenmascarada y ya no se acepta, pero de tan memorable recuerdo: “Zidanes y pavones”.

Ahora toca cargarse la primera proposición, la de los “sólo zidanes”, o lo que es lo mismo: “en el Real Madrid deben estar los mejores jugadores”.

Porque los mejores jugadores no siempre crean el mejor equipo. Escojan el deporte y encontrarán ejemplos. La lógica correcta es partir de lo más grande para ir a lo más pequeño: “El Real Madrid debe tener el mejor equipo”, porque con el mejor equipo se ganan títulos. ¿Y cómo se construye el mejor equipo? Este es un tema de análisis en escuelas de negocio. Aquí pongo algunas respuestas:

-       Un gran líder. El líder es el jefe, no un compañero con galones. El jefe es el entrenador. Para construir un gran equipo necesitas un gran entrenador que sea un gran líder. Este es el ingrediente dinámico más importante. Los equipos hoy pueden ser grandes, pero 10 años más tarde esos mismos componentes ya no son tan efectivos. El líder debe:
o    Marcar el rumbo
o    Dar sentido al grupo
o    Predicar con el ejemplo
o    Señalar el estilo
o    Hacer fluir al grupo, eliminando aristas, promoviendo un sentido común
o    Hacerlo fluir dinámicamente: sacar lo que no vale, introducir lo nuevo y hacer que encaje, para mantener la competitividad
o    Formar colectiva e individualmente
o    Instruir (en lo técnico) colectiva e individualmente

-       Cohesionado. Un grupo de personas altamente cohesionadas.

-       Esforzado y con un un ritmo similar. En el deporte la gloria sólo se logra con esfuerzo. El sufrimiento forma parte de la ecuación del éxito y del mejor equipo. Y además de ser muy trabajadores, cada miembro del equipo debe tener un ritmo de trabajo similar: si hay uno vago o juerguista contagia al resto.

-       Con mucho talento. Sin talento, tendrás un gran grupo de amigos, pero no un equipo ganador.

-       Con humildad. Pero de la de verdad. La que se reconoce en el espejo y se ve como lo que es. La que sabe dónde está y qué tiene que hacer para mejorar o mantenerse. La que sabe retirarse cuando toca.

-       Alineado con la cultura de empresa. Tanto sus miembros como su líder deben fluir con el espíritu de la empresa que les acoge, porque al final estamos en contacto con el resto de la organización y de sus socios y aficionados. Llevar un escudo es llevar un pasado, una forma de vivir y una forma de respirar. No hay nada más pesado que el escudo del Real Madrid.

Con estos requisitos se crea un gran equipo. Ahora lo que ese equipo necesita son oportunidades y suerte. Oportunidades para poder llegar a ser “el mejor”, y suerte para que esas oportunidades no se vayan al garete. Porque no lo neguemos, tanto en el fútbol como en la vida necesitamos esa suerte. Ese balón que nos entra en el último minuto, o esa falta que no nos pitan en contra… Cuando la suerte  no nos acompaña, el líder vuelve a entrar en juego, esta vez para restañar heridas, quitar complejos, restituir la moral.

Un gran equipo requiere otro factor. El factor tiempo o factor dinámico. Ser el mejor en un determinado momento no vale de nada. Es una estrella fugaz. Lo que importa es serlo durante un tiempo continuado.

Por eso, juntar a los mejores no basta. A veces es mejor poner a alguien que no tenga tanto talento, pero que complemente maravillosamente al que sí lo tiene. Eso hará al grupo mejor. Porque hay grandes jugadores que, por ego, por poner lo individual por delante de lo colectivo, hacen fracasar al grupo. Y a veces ni un gran líder puede corregirlo.

Es mejor verlo al revés: buscar las condiciones para crear un gran equipo, exponerle a oportunidades, rezar para que haya suerte, y luego mantenerle en lo más alto.

La Causa continúa.

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