lunes, 25 de marzo de 2013

La tragedia de los euroabonos


Es común en los viajes europeos del Real Madrid que, en las zonas destinadas a madridistas, nos encontremos con seguidores del equipo contrario. La explicación es sencilla, pero preocupante: las peñas o los socios que adquieren dichas entradas, luego las revenden a cualquiera. Pero en el Bernabéu ocurre exactamente lo mismo: los socios venden sus euro-abonos al mejor postor, que suele ser el hincha rival. La prueba la tienen en el As:


Semejantes prácticas deben ser erradicadas. La primera es fácil de solucionar: la entrega de entradas se debe producir por el Real Madrid en el lugar donde se celebra el encuentro, y mediante entrega del correspondiente DNI. De esta forma, el avezado socio que compra que revender, privando a otros socios de su derecho a disfrutar del partido, no podrá hacerlo.

La práctica de reventa del abono es, también en mi opinión, fácil de erradicar. Para el Real Madrid los euro-abonos suponen una importante inyección económica por adelantado. Esto le interesa sobremanera, sobre todo cuando tienes problemas de caja. También tenía una ventaja para el socio abonado, y es que podía dejar de hacer colas cada vez que el Real jugaba Copa del Rey o Copa de Europa. Es posible mantener ambas ventajas obligando a la recogida de entradas con DNI al menos 24 horas antes en las taquillas del Bernabéu.

Pero hay una propuesta alternativa que me gustaría hacer. El euroabono se ha convertido en una tragedia para el Club. Los atocinados socios que acuden al Bernabéu en Liga repiten comportamiento en Europa. Si en Liga no animan, en Europa tampoco. E históricamente la Copa de Europa era una competición en la que el Bernabéu se convertía en un fortín, y el campo rugía amedrentando a los rivales. Los que acudían lo hacían entusiasmados, era un regalo. El euroabono nos quita ese regalo, haciendo algo especial algo habitual. Y encima, algunos revenden la entrada…

Obligar al socio a recoger, en persona, las entradas, es una forma de dificultar, aunque no de imposibilitar, la reventa. Piensen que al Galatasaray se le entregan 3.500 entradas pero serán 15.000 los hinchas que viajen a Madrid. ¿Ustedes creen que no se van a meter muchos más? ¿Y de dónde creen que saldrán las entradas?


Yo propongo erradicar la tragedia de los euro-abonos eliminando los propios euro-abonos. Si eres socio abonado en Liga y quieres ir a la Copa y a la Liga de Campeones, haces tu solicitud por Internet y se te asigna un sitio, el que sea, por sorteo. De esta forma tienes que ir a recoger la entrada (con DNI para evitar reventa fácil), ubicarte en un lugar no habitual, buscar tu sitio… hacerlo especial. Y por supuesto, de esta forma animar. El Real puede perfectamente hacer una venta por adelantado, cobrar el dinero, y luego realizar una devolución por el importe íntegro si el socio no va, vendiendo a su vez la entrada a otro socio (no abonado). De esta forma se obtiene todo: flujo de caja para el Real y una afición en las competiciones del K.O. mucho más entregada.

La Causa continúa.

 

jueves, 7 de marzo de 2013

Mano dura a la velocidad

Leemos en la prensa numerosas noticias de jugadores del Real Madrid, algunos con reiteración, que son sancionados por la Dirección General de Tráfico. Marcelo fue parado cuando conducía sin puntos en el carné, Benzema fue multado por conducir a 216 km/h, Essien a 150 km/h y otro jugador montando un Porsche (quizás Callejón o Cristiano, no sabemos cuál) se salvó porque, yendo a 260 km/h, la matrícula salió borrosa. Otros jugadores como Drenthe han tenido accidentes. Y todo parece coincidir, en un ejercicio de causalidad, con el acuerdo que el Real Madrid tiene con Audi y por el cual los jugadores madridistas reciben un coche de la firma. Para agravar más las cosas, la propiedad de los vehículos es del Real Madrid.
En definitiva, si en el anterior post alabábamos los ciento once años de historia representados por una forma de vivir y comportarse en la vida, no es de extrañar que este bloguero públicamente solicite al Club que tome cartas en el asunto.
Los jugadores, a diferencia de los seguidores, son figuras públicas. Deben dar ejemplo siempre, pero por partida doble, ya que son imitados por millones de niños. Las conductas inadecuadas fuera del terreno de juego también deben ser reprobadas.
Hay muchas acciones que se pueden llevar a cabo: sanciones millonarias a los jugadores empleadas para proyectos de la Fundación Real Madrid o de asociaciones sin ánimo de lucro (sobre todo dirigidas a la Seguridad Vial, como el Hospital de Toledo, por ejemplo), obligar a los jugadores incumplidores a ser imagen gratuita de dichas instituciones, dejar de entregarles vehículos de Audi o hacerlos con condiciones, la petición de perdón pública y el propósito de enmienda… Pero por el amor de Dios, que haya algo.

En el Real Madrid debemos recuperar un cierto paternalismo hacia estos jugadores. Cierto que ahora el mercado es más mercenario que nunca, y los representantes cubren el espacio paternalista que cubrían los clubes, pero es posible encontrar un punto intermedio.

La Causa continúa.

Ciento once años de guía para la humanidad

El Real Madrid es una forma de entender la vida.

Son 9 Copas de Europa, 32 ligas, 18 Copas del Rey, y otra multitud de trofeos, pero su legado está en la guía que nos ofrece para vivir la vida, una vida que nos obliga a no rendirnos nunca, a cumplir los contratos, a rebelarse ante la injusticia, a ser sobrios en las victorias y honestos en la derrota. A diferencia de otros clubes, no tenemos un ideario new Age, tenemos un espíritu que nos ha acompañado durante ciento once años y nos acompañará siempre.

Pero al igual que le pasa a la Iglesia Católica, ahora en el ojo del huracán por la elección de Papa, no es una institución ejemplar. No puede ser ejemplar porque es humana, pero sí puede evocar la ejemplaridad. Nuestro himno es nuestro horizonte, nos enseña el Camino.

Nada y nadie es tan exigente como el Real Madrid, que es capaz de dar salida a sus estrellas, como dejar ir a Raúl o a Di Stéfano, como pitar a sus mejores estrellas la noche que no están finas, o no renovar a Juanito tras su agresión a Matthaus. Cuando el Club, sus jugadores o los aficionados no están a la altura, tenemos un espejo al que mirarnos. Es nuestro himno y los mejores ejemplos de nuestra historia. Y si lo que vemos no es bonito, reaccionamos para volver al Camino, a la Causa.

Precisamente por eso, y al contrario que muchos madridistas, no me molesta que los no madridistas hablen del “señorío” del Real Madrid. Es la señal inequívoca de que el Real va más allá de unos trofeos. Es el reconocimiento que el resto del mundo nos hace a nuestra inmortalidad.

Y eso, que sólo somos un Club. ¡Pero qué Club!

La Causa continúa.